No, Miguel Sebastián, el Gobierno no tiene que hacer caso al "sentimiento social" en cuestiones de sanidad pública

Ayer decía el ex ministro Miguel Sebastián (curiosamente uno de los primeros en pedir que se tomaran medidas contra el coronavirus) que:

"El gobierno se ha fiado de unos expertos que han fallado y recogía el sentimiento social de que no había que alarmarse tanto. Ha sido un error, pero de toda la sociedad".

Pues no, señor Sebastián. En primer lugar, el Gobierno es quien "dirige la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado" (art. 99CE), no somos los ciudadanos los que lo hacemos. En segundo lugar, quien tiene la competencia en sanidad pública son los distintos órganos competentes para ello: en sanidad exterior, el Gobierno y en sanidad interior (salvo cuestiones que sean competencia del Gobierno y que puedan afectar a la sanidad), las CCAA. Además, esos políticos cobran por realizar esa función, que incluye la toma de decisiones sean o no apoyadas por el "sentimiento social".

A ello se añade que, por mucho que un ciudadano concreto critique o demande una determinada reacción, comportamiento o decisión del Gobierno, le va a dar lo mismo porque, si no quieren, no la van a tomar. Sus objetivos o razones políticas son las que son en cada caso. Así que no socialicen las responsabilidades cuando no está "socializada" la toma de decisiones ni sería posible porque los demás no nos podemos dedicar a las tareas de Gobierno (para eso ya nombramos y pagamos a otros) ni sería además conveniente por la dificultad de muchas decisiones.

O ¿es que acaso se está reconociendo que no se tomó esa decisión porque era muy impopular y pensaban que si se equivocaban no iban a ganar otras elecciones en un largo período de tiempo? Resulta bastante curioso que el Gobierno sí tomara medidas con sus miembros los días 3 y 4 de marzo, pero no para toda la población, porque refuerza la tesis de que, aunque se sabía que podía ser muy grave, no se tomaron las decisiones necesarias no fuera a ser que no fueran del agrado de la población.

En resumidas cuentas, les importa más mantenerse en el poder que la salud de la población. Como diría Carmen Calvo, con estos dirigentes, sí que ¡nos va la vida!