Tests del coronavirus: ¿de verdad el Gobierno es tan inútil?

Coronavirus.

Comienzo este blog con honda preocupación. Acabamos de enterarnos hoy de que la segunda remesa de tests para detectar el coronavirus, comprados a la empresa china Shenzhen Bioeasy Technology, tampoco funcionan: tienen sólo un 50% de sensibilidad. O lo que es lo mismo: sólo detectan correctamente la enfermedad en un 50% de los casos.

No es comprensible tanta inutilidad. El Ministerio de Asuntos Exteriores tiene muchos y muy expertos funcionarios dedicados precisamente a la actividad exterior. Algunos llevan años dedicándose a una actividad concreta. Ya es bastante sorprendente que la primera remesa saliera mal, aunque, si nos fiamos de la Embajada China en España (ya hay que ser mentiroso para que nos fiemos más de la embajada de un país comunista), el Gobierno español compró los tests famosos a una empresa no homologada. Pues bien, aún después de eso, el Gobierno español continuó su relación con la empresa en cuestión, a pesar de la sorpresa evidente hasta de la representante en España de la Cámara de Comercio china. 

La primera cuestión que me suscita toda este embrollo es cómo deja un país comunista que venda productos al exterior una empresa no homologada por su misma Administración. No nos olvidemos que China es una dictadura con un férreo control sobre los ciudadanos a los que somete a todo tipo de vigilancia. De hecho, a día de hoy acaba de prohibir vender fuera de China a empresas sin licencia local mascarillas y tests. ¿Por qué sólo ha empezado ahora a prohibir esas ventas? Obviamente por su imagen exterior que es realmente lo único que interesa en Pekín.

Pero sin duda, la segunda cuestión más preocupante es qué pretende el Gobierno español con este movimiento. Comprar a una empresa que no tiene licencia en su propio país es muy arriesgado, especialmente porque puede no cumplir la condiciones sanitarias en el proceso de producción o los requisitos necesarios para cumplir con las funciones por las que se adquiere el producto en cuestión. Mucho menos en la situación actual, habiendo España llegado con mucho retraso a un mercado ya altamente congestionado por la necesidad global de adquirir tests de detección de dicha enfermedad.

Arancha González Laya, Ministra de AAEE.
Wikipedia.

Es entonces cuando la cuestión se hace aún más incomprensible para cualquier buen gestor. La Ministra de Exteriores, la desconocida antes del coronavirus para el gran público, González Laya, hace unas declaraciones a Radio Euskadi que rayan en la más absoluta irresponsabilidad en sus funciones:

"No estamos necesariamente muy acostumbrados a comprar en China. Es un mercado que es un poquito, bueno, desconocido, entonces hay intermediarios que nos ofrecen gangas y luego pues evidentemente resulta que eso no son gangas. Entonces especulan los intermediarios y especulan también los productores, cuando hay más demanda que oferta pues los precios pueden subir".

Al respecto, es la obligación del Gobierno prevenir este tipo de situaciones, pero también es la de seguir los cauces legales, una vez que se está en el ojo del huracán, . Comprar a una empresa sin licencia, material sanitario es un disparate aunque sea una ganga: ya no sólo porque no sirva para lo que debe servir sino porque no se puede asegurar si cumplen con la normativa sanitaria a la hora de producirlos.

El colmo es que, por segunda vez, les hayan enviado tests que no tienen la fiabilidad requerida. En este momento hay dos posibilidades: o tenemos un Gobierno de retrasados mentales e inútiles como no ha conocido el mundo aún o existe un plan concreto para todas estas metidas de pata (¿se está intentando retrasar el freno a la pandemia para continuar el Estado de Alarma y así cumplir con los deseos de Pablo Iglesias de nacionalizar empresas y ahorros privados?).

Cualquiera que sea la posibilidad, y aunque una sea más preocupante que la otra, está claro que lo que, desde luego, preocupa poco al Gobierno es la salud de la población. Si no, se hubiera ido por los cauces legales o, en su caso, se hubiera resuelto el contrato con la empresa china, adquiriendo los tests a otra empresa con rapidez y la fiabilidad requerida. No puedo imaginarme, eso sí, que aceptasen en un contrato firmado que no podía resolver éste sin devolución del importe pagado (pues se paga por adelantado), sino que sólo podía pedir otros productos en su lugar, pero es la única explicación racional que se me ocurre, junto con que cualquiera de las homologadas no disponga de stock suficiente en estos momentos, debido al retraso en el pedido. Estas dos posibilidades fundamentarían la tests de que básicamente son inútiles, algo que no es desacabellado pensar por otra parte después de las deducciones con las que tienen a bien deleitarnos los miembros del Gobierno en las ruedas de prensa.

Por último, en esto no vale esa justificación que veo en internet de que "a otros también les ha pasado". Ya dice el refrán "Mal de muchos, consuelo de tontos". Pero la cuestión que me sigue preocupando es: ¿son sólo tontos?